Por estos días se me dio por aprender a manejar carro, no es que sea muy difícil, realmente no tiene ciencia, pero conducir en Bogotá es un desafío y hay que apelar a cualidades como paciencia, habilidad para esquivar obstáculos, volverse sordo para no escuchar insultos y demostrar que las mujeres no somos brutas, ni el sexo débil en la vías bogotanas.
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Entre anécdotas cómo que se me apague el carro con el semáforo en verde, subir el carro al sardinel o quedar casi dejó de una flota, la que más me marco fue el día que el instructor llego con una estudiante española una dura para manejar en Bogotá y yo toda una vida viviendo la congestión y la imprudencia de la gente, me pasmara y condujera peor que la primera clase ¡qué oso!
Creo que la movilidad en Bogotá no funciona bien es porque casi ninguno de los conductores pone de su parte para que mejore, la mala utilización de los carriles que forman los cuello de botella en las vías más importantes de la ciudad, cuando entendamos que si queremos a Bogotá seamos de acá o no, fortalecer la famosa cultura ciudadana que es más que una moda.
Cuando las personas no pongan su vida en riesgo como la de sus seres queridos, no cruzan por los puentes, esquinas, semáforos y cebras, prefieran cruzar en la mitad de la avenida por ahorrarse tiempo, como dice el dicho es mejor perder un minuto en la vida y no la vida en un minuto.
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Es un compromiso de cada uno de nosotros para que mejore nuestra calidad de vida a partir de nuestros comportamientos y la movilidad de la ciudad deje de ser un infierno diario de casi 2 horas para llegar a nuestro destino.
Por: Anamaria Méndez.
Por: Anamaria Méndez.
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